A Juan Valdez no se le podían hacer ciertas bromas.
Un día que se había dejado barba le dijimos lo de "hay café", pero antes de que siguiesemos con lo de "hay cafeitarse" nos dijo "sí, lo hay" y nos dio un saco.
EDGAR ALLAN FURY
-
«Que Dios se apiade de mi pobre alma». Palabras huecas que esculpí con mi
último aliento, acunado en las garras del delirio. Después cayó el telón –...
Hace 2 años