-¿Cómo se llama usted?-preguntó Aguirricia.
-No é udté, es tú.-contestó la oruga.
-Perdón, ¿cómo te llamas tú?-repitió.
-¡No! Túuuuu, túuuuu, ¿cómo te llamáh túuuuu?-dijo la oruga.
-Mi nombre es Aguirricia.-contestó.
-Tu noooommmmbreeee esssss Aguirriciaaaa.-repitió la oruga.
-¿No será usted el de El Loco de la Colina?-preguntó Aguirricia.
-¡Yooooooooooooo! Me llamo Pedro y soy un mariposo.-diciendo esto desapareció pero su voz aún se oía-Un lado de la Rosa te hará crecer y el otro te permitirá saber quién é Saramago.
-¿Y qué lado es cuál?-preguntó, pero la voz se había extinguido.
Aguirricia siguió andando buscando la manera de volver a casa cuando llegó al número 13 de la calle Génova y empezó a llamar al telefonillo, pero nadie contestaba entonces comenzó a llamar a la puerta, pero nadie contestaba. Por fin salió un hombre.
-¡Manda huevos! ¿Quién está haciendo tanto ruido?-preguntó.
-Perdone es que quería entrar y no me abría nadie.-respondió.
-Es que aquí no hay nadie que se llame Nadie, anda pasa y cuando quieras salir llama, yo me quedo aquí fuera.-dijo el portero.
-Gracias, pero desde este lado puedo abrir yo.-dijo ella.
-¡Manda huevos! ¡A mí me pagan por abrir la puerta!-dijo y luego se quedó quieto como una estatua.
Empezó a pasear por el edificio hasta que oyó que, de una habitación al final del pasillo, salía mucho ruido.
Caminó hasta allí y, al abrir la puerta, la escena le dejó anonadada: Un hombre con barba y un vestido de época tenía cogido a una especie de bebé que no paraba de repetir "¡eeeeeeeh uaaah, eeeeeeh uaaaah" y a continuación sorbía saliva. Encima de la chimenea había un gato muy muy serio.
-¿Perdone, podría decirme por qué ese gato está tan serio?-quiso saber Aguirricia que era muy curiosa.
-Puessh, en primer lugar, dirígete a mí como Sheñor. Para esho shoy el líder de la opshición. Y en shegundo lugar, eshe gato eshta tan sherio porque esh un Gato de Galicia y todos los gatosh de Galicia shon sheriosh.-dijo mientras movía la mano continuamente como si mojase una magdalena.
En la habitación también había una mujer colocando fruta en unos fruteros (Aguirricia confesaría más tarde que eso era algo muy obvio). En uno colocaba manzanas y en otro peras y cada vez que se equivocaba empezaba a lanzar toda la fruta al aire y a gritar: "¡Las manzanas y las peras no pueden estar juntas!"
El hombre del bebé tenía un asombrosa habilidad para esquivar los proyectiles pero a Aguirricia le preocupaba el bebé.
-¡Esto es peligroso para el bebé!-gritó.
-Puesh shi que esh verdad, toma.-dijo arrojándole el bebé, a continuación empezó a elevarse con un ruido de helicóptero y desapareció por no se sabía donde.
Continuará, Alex, continuará.
1 comentario:
DIOS, q grandisimo xDDD
Deberias apuntarte para algún fanzine o algun rollo de esos en la sección de critica acida xDD
Un saludete, pani.
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